Reseña de “Los motivos del fuego” de Juan Carlos Muñoz




Hace unos quince años, aunque ahora nos resulte inconcebible, en España había mucho dinero. Claro está, que no todo era dinero bueno, pero eso ahora no importa. En el país donde los sueldos apenas pasan de seiscientos euros, llamar a alguien mileurista era insultarle. La construcción movía toda la economía del país y todos se sentían a salvo. Nadie se preocupaba por los nubarrones que habían comenzado a formarse sobre Estados Unidos. Ni tampoco por las hipotecas firmadas que los bancos nunca iban a cobrar. España era una fiesta que se celebraba en un barco que iba directo a un iceberg.

Pero Los motivos del fuego (RELEE Ediciones) es una instantánea anterior al desastre, cuando proliferaban las urbanizaciones alrededor de la ciudad y todo el mundo defendía la conveniencia de marcharse al campo a vivir alegando calidad de vida. Allí, una pareja con un niño y otro en camino huye del ruido y de la contaminación del barrio de Moratalaz para instalarse en los Altos del Manzanares, rodeados de campo y con una visión estratégica del las Cuatro Torres de Plaza de Castilla, culmen de lo que supone el ladrillo y la modernidad para una España de vanguardia. Él es productor de documentales y ella bibliotecaria. Pero la presencia del diablo, constante en todo el libro (¿quién sabe más sobre caídas en desgracia que él?) tentará a Arturo, el marido para aceptar dirigir un programa de telebasura, pero también para sucumbir a Lena, la vecina que sabe más que nadie sobre dinero y que representa la confianza infinita en forma de bonos basura y preferentes.

Juan Carlos Muñoz ha sabido representar con humor y una fina ironía esa época de bonanza económica en la que, según las propias palabras del libro, un tsunami de pasta recorría España. A nadie le parecía posible que aquello fuera a tener fin, pero lo tuvo. Tampoco que invertir en pisos fuera a ser contraproducente, porque el ladrillo nunca se iba a devaluar. Pero también lo hizo y parte de los problemas que tenemos ahora en nuestra sociedad derivan de aquella borrachera de hipotecas, préstamos concedidos alegremente y demás inversiones. 
Después llegaría una época en la que muchas familias se verían deshauciadas, en la que el paro marcaría récords históricos y en la que la destrucción de empleo nos ha llevado a una situación de la que tal vez nunca nos recuperaremos.
El autor narra con gran maestría este ascenso y caída de la clase media española. De los sueños y ambiciones, de la alegría histérica y despreocupada. Y de una causa fantasmal o tal vez humana, demasiado humana.


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